domingo, 26 de octubre de 2014

Mariachis ¿Representando lo mejor de México?

El día de hoy iba caminando por una zona de restaurantes de la ciudad de Puebla, cuando pasé a un lado de un restaurante muy famoso de cocina tradicional poblana. Cuando aún estaba un poco lejos, pude escuchar el familiar sonido del mariachi que comenzaba a tocar el tema "Sabes una cosa". Inmediatamente pude escuchar los estruendosos gritos de las trompetas desafinadas, y ni se diga de los violines, quienes a pesar de estar igual o más desafinados, tienen la suerte de no escucharse, porque las trompetas tocaban en un "fortíssimo" digno de un record Guiness.

Por supuesto los mariachis terminaron su interpretación, e inmediatamente se pudieron escuchar los aplausos de un público que evidentemente no sabe apreciar una obra musical pésimamente interpretada; porque eso es algo muy del mexicano: aplaudir a todo (incluso a lo malo). Este tipo de acciones tienen una razón: Como mexicano soy consciente de que nuestra sociedad es sumamente "sensible" y se toma todo muy personal, por eso, para evitar ofender al músico, se le aplaude, aunque el sonido haya sido pésimo; por otro lado, no vivimos en una sociedad de tradición musical donde el promedio sepa diferencia una buena interpretación de una mala.

El problema de esto es que este no es un caso aislado; en realidad sucede siempre. Cada fiesta a la que voy es un martirio, siempre lo mismo. El único lugar en el que puedes escuchar un mariachi de calidad es en un conservatorio o en las grabaciones de Juan Gabriel, José Alfredo Jiménez o Vicente Fernández (por mencionar algunos). Pero, ¿Por qué hay tan pocos mariachis de calidad? Porque son músicos de oficio, por lo general no tienen bases musicales, simplemente heredaron una trompeta, un violín, un guitarrón o una guitarra y aprendieron empíricamente, se unieron a un mariachi, comenzaron a ganar dinero y víctimas de su mediocridad, nunca perfeccionaron su técnica.

Sombrero de MariachiPor estas razones digo que el mariachi es el símbolo de la mediocridad mexicana, y que conste que no me refiero al género, porque este sí representa una herencia que se ha convertido en un símbolo de México a nivel internacional y que es todo un orgullo. La cuestión es que aquí no les estoy hablando del género musical, les estoy hablando del individuo; del músico que toca mariachi. Esos individuos (en su mayoría gordos) de aspecto descuidado que en muchas ocasiones llegan alcoholizados a destruir las obras de grandes compositores como José Alfredo Jiménez con sus berridos insoportables y sus trompetas desafinadas. Son ellos quienes pretenden representar a México cuando un turista nos visita, los que no se toman el tiempo de perfeccionarse como músicos (a pesar de vivir de ello), que no entienden la responsabilidad de lo que ellos representan, que viven al día y que solo cumplen con el requisito de medio tocar para recibir dinero.

Si cada persona que contrata un conjunto de mariachi descontara un peso por cada nota desafinada, puedo asegurar que, no sólo no pagaría nada, sino que probablemente el mariachi le quedaría debiendo dinero, pero no somos así, somos compasivos y no nos gusta ofender a los demás, así que aplaudimos la mediocridad, ignorando las notas desafinadas con un poco de ayuda del tequila. Al final tenemos a unos músicos que deberían representar lo mejor de México, y sin embargo, hacen todo lo contrario.