jueves, 26 de junio de 2014

Religión y Espiritualidad no es lo mismo

La religión suele confundirse mucho con espiritualidad, ya que según muchos, la fórmula es simple: Entre más religioso eres, eres más espiritual, pero ¿Qué sucede cuando es al revés? Entre más espiritual ¿Más religioso?

Según Latinobarómetro, la cantidad de católicos en América Latina ha disminuido en los últimos años, sin embargo la gente se sigue considerando creyente. Desde 1995 hasta lo que va de 2014, el número de católicos ha bajado del 80% al 67%; sin embargo muchos de los fieles que ha perdido la religión romana han sido acogidos por otras religiones, destacando entre ellas, la evangélica, la anglicana y la cristiana. Esto quiere decir que la razón por la que el catolicismo ha perdido fieles no es por falta de fe, sino por descontento de los fieles hacia la religión.
En Europa el panorama es más radical, donde el abandono a una religión por lo general significa el abandono a la creencia en sí, cosa que no sucede en Latinoamérica, con la excepción de algunos países como Uruguay, donde actualmente el 38% de la población se considera agnóstico (que no cree ni niega la existencia de un dios). 

¿Por qué la gente huye de la religión, pero no de la espiritualidad? Esta condición puede remontarse muchos años atrás, recordemos que las culturas americanas antes de la llegada de los europeos eran sumamente espirituales y por lo general tenían dioses específicos para cada fenómeno natural, podríamos decir que la espiritualidad viene en el ADN de los latinoamericanos; recordemos que esa es la razón por la que la evangelización fue tarea fácil para los conquistadores.

Puede ser que la iglesia católica haya perdido muchos fieles, también puede ser que la llegada de un papa latinoamericano y con ideas modernas pueda rescatar a varios de los fieles que han desertado; eso no lo sabemos, pero lo que sí es un hecho, es que los latinoamericanos, sean católicos, protestantes, testigos de Jeová, agnósticos, etc; siempre tendrán una conexión espiritual con una fuerza suprema, aunque cada quien la interprete y la viva a su modo.

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